A veces pienso que si viviera en el campo me dedicaría a pintar paisajes de valles y ríos con peces, musgos y piedras, árboles con o sin hojas, con ramas retorcidas y pájaros de colores o intentaría imitar los verdes, azules y violetas del mar moviéndose entre transparencias...
Pero vivo en el centro de una ciudad y mi principal paisaje es la multiforme ropa colgada en los balcones de la vecindad. A veces estas ropas se mueven por el viento dibujando pequeños fantasmas inquietos. A veces muestran excitantes colores, otras veces exhiben lutos negros y marrones y por veces hay sudarios blancos, fríos, como de mármol.
Pero lo que más me inspira son los personajes que veo por la ciudad, una multitud de caras y cuerpos, todos muy parecidos y, sin embargo, todos distintos. (Del cuento ilustrado "La ventana de la casa de enfrente" Rosario Barquín 2014).